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Era habitual escuchar ladridos y aullidos venir del parque a diario. Muchos vecinos solían reunirse por las tardes, algunos jugaban con sus hijos y otros hacían ejercicio, y los perros observaban tranquilamente sentados bajo los árboles a que todos se marcharan para ver qué clase de manjares habían dejado atrás.
Había quienes esperaban que el sol se metiera por completo para salir a correr, y se sentían muy bien al estar acompañados por un grupo de fieles guardianes que iban tras ellos, también ejercitándose. Pero esa noche, los corredores estaban completamente solos, el silencio era total, a donde sea que se mirara, no había ningún perro.
De pronto en silencio se vio interrumpido por desesperados ladridos, y en un momento eran ya chillidos, los arbustos se movían, y se hizo de nuevo el silencio. Las personas en el parque se impresionaron un poco con aquellos ruidos, la mayoría de ellos se detuvieron…
Observaban de un lado a otro pero, no aparecía ninguno de los perros, cuando reanudaron su marcha, una agitada respiración invadía todo el parque, se escuchaba por todos lados, acompañada de un leve gruñido, y fue entonces que lo vieron, salir de entre los arbustos, con el hocico lleno de sangre, caminaba lentamente, y cada lámpara a su paso se iba apagando…
Sus pisadas dejaban una marca ardiente en el suelo, y una densa niebla venía detrás de él, un enorme perro negro, de más de metro y medio, no importa que tan buenos hubiesen sido corriendo todas aquellas personas, en ese momento estaban completamente paralizados. El perro se metió entre ellos, les olía todo el cuerpo, salivando…Cuando todos se sentían perdidos, un chiflido lo llamó hasta su amo, solo se vio salir de entre la niebla una enorme mano cubierta de fuego, que dejó el ambiente impregnado de azufre. Al día siguiente eran menos los perros que se presentaron al banquete diario, y cuando sus ladridos no se escuchan los vecinos del lugar saben que no deben poner un pie en el parque, porque esa noche le toca su paseo, al perro del infierno.
Un estudiante universitario se dirigió al bosque en busca de algunos especímenes para su trabajo final, su tarea era sencilla, encontrar plantas e insectos para después catalogarlos. Era para él una pasión, así que el tiempo se le fue volando, cuando se dio cuenta la noche lo había atrapado, la oscuridad lo rodeo en un instante, y aunque pensaba conocer muy bien el camino no era así.
Caminó por un momento pero se sintió perdido, no sabía hacia dónde avanzar con tremenda oscuridad. Cuidaba sus pasos para no tropezar, lo único que podría distinguir era la brillante luz de la luna y las estrellas. Pensando un poco en la situación, supo que no debía moverse más a ciegas, pues podría perderse. Por fortuna pudo distinguir una pequeña cabaña en medio del bosque; pensó que sería buena idea entrar y pedir resguardo esa noche hasta el amanecer.
Al llegar a la cabaña, tocó la puerta unas cuantas veces, mientras decía con voz fuerte: – Buenas noches -, pero nadie respondía, el frio empezaba a meterse entre su ropa, así que al comprobar que nadie se encontraba por el momento, pasó sin ser invitado.
Una vez adentro le sorprendió el tamaño de la cabaña, pues desde afuera no parecía tan grande, un largo pasillo lleno de puertas se extendía por un largo tramo, entre la oscuridad mientras se desplazaba hacia enfrente pudo notar que en las paredes había extrañas pinturas de personas con aspecto siniestro, que lo seguían con la mirada, lleno de escalofrió, apresuraba el paso, para salir de aquel tenebroso pasillo.Encontró una habitación casi al final y pasó en ella toda la noche hasta el amanecer, con los primeros rayos del sol, sus miedos se habían marchado, y retomó el pasillo para salir de la cabaña, solo para sentir como se le helaba la sangre, regresándole todo aquel temor, que lo dejó paralizado, las paredes estaban vacías, no había ni un solo cuadro, eran solo numerosas ventanas que rodeaban aquel largo pasillo.
La familia Rodríguez se sentía un poco nerviosa porque la inauguración del Hotel de sus sueños, se había empañado con la llegada de una tormenta y posiblemente algunas personas que estaban en camino se encontraban perdidas en el bosque en medio de la tempestad. Por si fuera poco, los constantes rayos estaban afectaron la electricidad, dejándolos en completa oscuridad, solo iluminados con la luz de los relámpagos.
Se repartieron velas entre los huéspedes y trabajadores, y sin tener mucho que hacer, la mayoría decidió ir a dormir. Fue entonces que uno de los huéspedes, entre el murmullo del viento, el tic-tac de las gotas de lluvia y el estruendo de los truenos, alcanzó a percibir el llanto de un niño en su habitación. Sin averiguar nada, el hombre fue a reportarlo a recepción, donde a pesar de saber que no había algún bebé en el hotel en ese momento. Enviaron a dos empleados al cuarto, esperando que atraparan un gato o algún mapache que hubiese entrado y pudiera asustar a otros huéspedes.
Los dos jóvenes volvieron de la habitación con los rostros pálidos, uno de ellos no pudo pronunciar palabra, pero el otro dijo que había visto a un niño pequeño, de unos días de nacido, pero lo impresionante de este es que tenía grandes garras y afilados colmillos, y un par de cuernos bien marcados en su cabeza.
Según decía estaba riendo y aun si hubieran querido atraparlo, no podrían hacerlo porque era demasiado rápido y escurridizo.
Aunque les costó trabajo creer en lo que decían el par de muchachos, todos los empleados del hotel acudieron a la mentada habitación, pero el endemoniado niño ya no estaba ahí. Pero pronto supieron donde andaba porque una serie de gritos inundaron el hotel.
Cuando la luz volvió muchos de las personas que estaban ahí, se encontraron con mordidas y arañazos en su cuerpo, y el hotel cerró antes de haber abierto. Y sin saber de dónde vino aquella criatura que ahora tenía un hotel completo para él solo, esperando viajeros perdidos que llegaran hasta ahí.
Como parte del servicio social propio de su nueva profesión de médico, Demetrio fue enviado a una apartada comunidad en lo alto de las montañas. Estaba muy emocionado de poder ayudar a la gente, pero al llegar se encontró mayormente desconfianza. Lo veían tan joven, que les parecía inexperto.
Tan solo un par de personas lo vio con buenos ojos, y lo recibieron de la mejor forma posible, ya que llevaban meses sin un doctor en el pueblo. Así que lo acomodaron en una buena habitación en casa de uno de ellos y el resto se encargaba de darle comida o cualquier otra cosa que necesitara.
Queriendo o no, finalmente todas las personas tuvieron que aceptarlo, porque no tenían nadie mas a quien recurrir, y se le veía ir y venir a pie a altas horas de la noche, para atender a algún enfermo en su propia casa. Había siempre alguien que lo acompañara, aunque el pueblo era pequeño nadie quería que se perdiera.
Una madrugada, escuchó el ladrar de los perros, y fue a ver de qué se trataba. Distinguió alejándose una figura femenina, y encontró en el suelo un rastro de sangre. Con ímpetu le rogaba que se detuviera, identificándose como médico y ofreciendo ayudarla, sin embargo la mujer parecía ida, solo caminaba hacia el frente con la cabeza agachada.
Los rígidos y lentos movimientos con los que se desplazaba, hicieron pensar al joven que se encontraba muy mal herida, así que corrió para darle alcance.
No fue tan fácil llegar hasta ella, realmente se movía mas rápido de lo que parecía. Pero al estar cerca, sus ropas rasgadas y cabellera alborotada, pusieron más nervioso al chico pensando que algo muy malo le había pasado. Tocó su espalda; en ese momento ella se dio vuelta, mostrando su cuerpo cadavérico, emitiendo un lastimero grito de dolor en la cara del joven que lo obligó a salir corriendo.Así el pueblo perdía otro de sus doctores, todo por guardar en secreto las apariciones de la mujer de la noche a la que ellos están muy acostumbrados, pero no así los citadinos, que hace mucho olvidaron que cosas como estas existen.
Era una noche fría, cuando cerca de la ventana de Luis maullaba un gato; el chico se levantó rápido y en silencio, no quería que sus padres lo escucharan porque planeaba meter al pobre animal en su habitación, y así lo hizo, después se las arregló para mantenerlo en secreto por varios días.
Pronto ganó confianza, y se movía tranquilamente por la casa cuando no había nadie; un par de días más, empezó a hacerle travesuras al padre de Luis, se escondía por los rincones, rasguñaba las puertas cuando estaba solo, y un día simplemente araño toda su ropa.El señor entonces explotó al descubrir al animal, quería matarlo y fue detrás de él, Luis suplicaba por la vida del pobre gato, pero solo se ganó el encierro, cuando el señor estaba a punto de golpearle con un palo, los ojos del felino brillaron, tomó forma humana e hizo una pregunta: —¿Matarme una vez no te basta? —... el cuerpo del padre de Luis tembló tanto que ni siquiera pudo seguir sujetando el palo, había reconocido la voz perfectamente, pertenecía a compañero de parranda, al que había propinado un golpe de muerte durante una pelea.
Apenas la figura salió de la sombra, pudo comprobarlo, era el mismo, pero en forma de espectro, por quien sabe que tratos truculentos, había logrado volver a este mundo para obtener su venganza, pero él no quería dañarlo, no físicamente, solo quería hacerle saber que estaba cerca, que miraba cada uno de sus movimientos, que habitaba su casa, y que se había convertido en el mejor amigo de su hijo .Algunas personas dicen que después de la muerte se puede tomar el cuerpo de un animal para volver a este mundo, por eso me inquieta que a veces mi gato me mire de manera extraña y tenga comportamiento que parece tan humano… tal vez no sea ya mi gato, y se trate de algo más…
Los malvados duendes.
Pues esta es una de las tantos cuentos de terror para niños donde un gran grupo de duendes malvados valiéndose de un bosque para esconderse y que dedicaban su tiempo a molestar a un pobre viejecito que obligadamente tenía que pasar por el temido bosque para llegar a su destino todos los días.
Ante esta situación, el mago del pueblo, decide ponerle un hechizo a cada uno de los duendes, pues ahora cada vez que alguno de ellos se disponga a molestar al viejecito, el viejecito mejorará y ellos adquirían la enfermedad o problema por el cual molestaban al viejo.
Érase una vez, había una muchacha llamada Katie. Ella tenía siete años y vivía en una bonita casa con su mamá y un perro llamado Muffin. Todo era muy normal, excepto por una cosa, eran brujas. Bueno, a excepción de Muffin, que era una P-bruja, que es un perro que lanza hechizos.
De todos modos ser una bruja no era tan malo. Mamá solo retorcía la nariz y toda la limpieza se hacía. Papá agitaba su bastón, y el césped se cortaba. Muffin golpeaba sus patas, y unas golosinas de perro saldrían del cielo. Incluso le habían enseñado magia a Katie, sabía cómo hacer su tarea y limpiar su habitación con tan solo mover la oreja. Pero había una cosa que a Katie realmente no le gustaba, Halloween.
Una vez al año, cuando las hojas se caían de los árboles y las noches se hacían más largas, todos los niños de su escuela y a lo largo de su calle se emocionarían mucho con Halloween. Hacían disfraces de brujas horribles, con largas narices puntiagudas, manchas, sombreros negros desagradables y palos de escoba.
Katie dijo en la escuela: «Las brujas no son así, en realidad. Mi madre se ve muy bien.
Y todas las otras chicas se echaron a reír.
«Katie cree que es una bruja», se rieron. -Es fea y horrible, como una bruja.
Y cuando Katie se fue a casa ese día, estaba realmente molesta. Lloró, lloró y lloró. Y cuando su madre le preguntó cuál era el asunto, ella dijo: «Todo el mundo odia a las brujas. Y especialmente las odian en Halloween «. Y su mamá trató de explicar que a pesar de que a algunas personas no les gustaban las brujas, también era muy útil a veces, como cuando el lavado se hacia por sí mismo.
«No quiero tener nada que ver con las brujas de nuevo», dijo Katie con enojo.
Érase una vez, un hombre y un niño que habían perdido a su esposa y a su madre y se mudaron a una casa nueva. Los habitantes del pueblo les decían que la casa estaba embrujada, pero ni el hombre ni el niño creían en fantasmas, y se trasladaron a la casa con gran alegría. Una maniana, el niño bajó las escaleras y le pidió a la mucama de la casa un vaso de agua y un poco de fruta. Ella también le dijo al niño que podría haber fantasmas.
Más tarde ese día, el pequeño muchacho entabló una conversación con su padre. -Papá, he estado pensando. Podría creer en fantasmas. La mucama tambien me dijo que podría haber fantasmas en la casa.
Hijo, no tenemos una mucama. Tenemos que irnos.
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El payaso asesino
Dos niños aparecen en escena, platicando. Se detienen ante un muro donde se ve un brillante anuncio. En él destaca la espeluznante cara de un payaso. Uno de los niños lo arranca de la pared y lo observa con burla. Harry: Mira Eddie, ha llegado un circo a la ciudad. Se presentan esta noche. Eddie: Sí, ¿y eso qué? Harry: ¿Cómo qué? ¡Vamos! Eddie (mirando el cartel con el ceño fruncido): Odio los payasos, ya lo sabes. Harry: Ya, a mí me parecen ridículos, pero aquí dice que habrá una única función y será algo nunca antes visto. ¿No sientes curiosidad?Eddie duda. Eddie: De acuerdo, pero si resulta ser algo estúpido me largaré enseguida. Los dos se retiran hablando hasta estar fuera del escenario.
SEGUNDO ACTO
La escenografía cambia y muestra un circo resplandeciente. En el centro, un payaso con traje blanco y negro, maquillado con los mismos colores, hace ademanes exagerados para presentar la función. Payaso: ¡Buenas noches! Buenas noches, amiguitos y amiguitas, grandes y chiquitos. Tenemos una función muy especial por delante, algo que nunca olvidarán en sus vidas, ¡sí, señor! ¿Qué cuánto cuesta, me preguntan? ¡Es gratis! ¡Todo es gratis para ustedes! El único precio a pagar será una noche inolvidable, ya lo verán ustedes. ¡Pero pasen! ¡Pasen y miren lo que tengo que mostrar! Varios niños aparecen emocionados en el escenario y comienzan a sentarse alrededor. Entre ellos están Harry y Eddie, que contemplan al payaso, el primero con burla y el segundo con desconfianza. Payaso: ¿Ya todos han tomado sus lugares? (Saca una marioneta de una caja que tiene a un costado. Parece un niño muy triste). ¿Tú qué dices, John? ¿Te parece que podemos comenzar la función? John (voz aguda del payaso): ¡Podemos! ¡Sí, podemos Casi todos los niños ríen. Payaso: ¡Necesito un asistente! ¿Quién de ustedes quiere pasar? Harry levanta la mano. Payaso: ¡Excelente! Harry se levanta y va con él. Payaso: Dime Harry, ¿te gustaría ser un muñeco? Harry: ¿Cómo sabe mi nombre? Payaso: ¡Este payaso lo sabe todo! El payaso pone una mano por encima de su cabeza y la mueve, como si manipulara a una marioneta. Harry, asustado, empieza a moverse sin control. Los niños gritan asustados. A la vez que el payaso hace mímica con sus manos, todos pierden el control de sus cuerpos. El telón se va cerrando.
TERCER ACTO
El escenario está oscuro. Una única luz se enciende en el centro, iluminando al payaso. Está rodeado de marionetas iguales a los niños y en su regazo, sostiene una idéntica a Harry, con la que juega diabólicamente. Payaso: Ya lo ven amiguitos, hemos pasado una noche inolvidable. Este payaso siempre cumple sus promesas. ¡Y hoy está muy feliz por haber añadido un montón de nuevos amiguitos a su colección! Ahora ha llegado la hora de marcharse. Márchense mientras puedan, (mirando al público), ¡a menos que quieran quedarse a formar parte de la colección del payaso triste! Mientras suelta una estruendosa y perturbadora carcajada, el telón se va cerrando.
FIN